El otro día vi un vídeo de PragerU (en concreto uno de sus magníficos fireside chat), en el que el propio Dennis Prager comentaba que la gente ya no le daba demasiada importancia al aspecto.
Me gustó su explicación, en la que hablaba de que la idea de “dress for success” (algo así como vístete como si fueras a comerte el mundo) había perdurado por algo. Los refranes y sentencias siempre encierran un punto brutal de sabiduría.
El caso es que, a raíz de eso, desde hace unas semanas tomé la decisión consciente de cuidarme un poquito más por dentro y por fuera. Una historia poco relevante en sí misma, pero que quería traeros al blog de psicología de JMT porque le veo un inmenso fondo.
Amor propio: todo empieza por una buena presencia
Y es que, debido a esos comentarios de Dennis, me paré a reflexionar sobre qué pienso de mi aspecto. Un análisis exhaustivo, rascando hasta el fondo de la idea. Rozando conceptos de psicología, como el autoconcepto y la autoestima.
Nunca me he considerado un tipo guapo. Creo que soy normal, presentable y correcto, el estándar. Debido a esto, no le he dado demasiada importancia a vestirme de la forma que me sienta bien, me permito el lujo de ir desafeitado a veces, etc. Detalles así, que me acercan al “estándar -” en lugar de al “estándar +”. ¿Por qué?
Es muy curioso que en mi análisis, que procuro sea lo más realista posible, me percaté de lo que fallaba no era la estética: faltaba un poco de amor propio. Como mi autoconcepto es estándar… ¿no veo necesidad de mejorar? ¿O es que no creo que pueda mejorar?
Ojo, que no digo que sea necesario ser guapo, elegante o el que mejor pinta tiene de la sala para desarrollar el amor propio. Pero sí veo importante hacer el esfuerzo de presentarnos al mundo como nos gusta ser. Una elección consciente, adecuada a cada uno, que afecta positivamente a cómo nos vemos y a cómo nos ven.
Porque es innegable que hay preferencias y expectativas. El ser humano valora la belleza. Es una cuestión evolutiva: si está fuerte, es más probable que sobreviva. Lo bello nos estimula más.
Como ejemplo de persona que se saca enorme partido está Lady Gaga. Una chica (para mi gusto) muy del montón, pero con una actitud y presencia magnífica sobre el escenario. Así que decidí vigilar todo esto un poco más a partir de ese análisis.
Con un poco de amor propio construyes maravillas
El caso es que conozco gente a la que estos temas les dan igual.
Se dicen a sí mismos que están bien así, o que el mundo les ha hecho así. Hasta hay movimientos que pretenden hacer hermosa la obesidad y demás, como el body positive, o llevar a las personas a aceptar lo malo bajo la idea de eres guapo tal y como eres.
Ya siento ser yo quien lo diga de forma clara: creo que eso es falso. Lo veo un Mentira, con mayúscula y todo.
La verdad… la verdad que todos deberíamos aceptar lo que somos. De ahí a resignarse, hay un paso. Me parece fenomenal que una chica gorda se acepte y sea feliz, pero no es bueno que esté así: es, de hecho, malo para su salud. Conviene que cambie.
De hecho, el efecto de una dosis de amor propio obra maravillas en las personas. El día que me visto bien, voy con la barba bien recortada, me echo colonia y en el trabajo destacan lo guapo que voy, me encanta.
A mí me dan un poco lo mismo esos cumplidos por la parte superficial, porque ya he dicho que me considero normal, y me acepto. Lo que me gusta es que la gente note que me preocupo de mí mismo. Porque me respeto, y sé que hay que mimarse interior y exteriormente.
Por eso ahora, cuando veo a alguien elegante, siempre lo destaco. No es que yo vaya de punta en blanco todos los días, ¡claro que no! Pero aplico en lo posible lo de “dress for success”. ¡Y funciona!
¿Por qué estoy en contra del #BodyPositive, entonces?
Porque considero que enseña a la gente a sentirse bien en lo malo, a estar cómoda y ser víctima.
Lo cierto es que cambiar es algo muy difícil. El mensaje body positive no te enseña amor propio: te enseña a conformarte con menos. A no ponerte las pilas e intentarlo, porque tú vales eso y más. Y te mereces algo mejor, por mucho que haya quien te diga que es genial ir contra ti mismo. Tener sobrepeso no es bueno, como no lo es fumar. Punto.
Quiero decir que, siguiendo el ejemplo de las personas gordas, entiendo que algunas tienen dificultades, como problemas hormonales o de salud mental. Hay mil razones y diez mil excusas: ninguna de ellas implica tirar la toalla con uno mismo. Da igual la circunstancia, todos tenemos problemas. Unos más duros que otros.
Qué sorpresa: la vida es injusta. Si tu caso es más difícil… pues tendrás que esforzarte más que el resto. No es justo. Pero es que la vida no lo es. Creo que hay que meter eso en nuestras cabezas, cuanto antes.
Ya os digo que a estas alturas yo entiendo todo y trato de ser compasivo conmigo mismo y el resto. He intentado ponerme en forma cien veces, y nunca he estado en un nivel óptimo. Pero sigo ahí, buscando la estrategia que funcione. No me conformo con decir que no estoy hecho para lograrlo. Es un proceso, y me quiero un montón durante el mismo. En mis éxitos y en mis fracasos: eso es amor propio.
No me hace falta un hashtag-palmatida en la espalda que me diga no pasa nada, que debo aceptarme con mi grasa abdominal. ¡No es buena! E insisto, es solo un ejemplo: poned en su lugar cualquier cosa autodestructiva que hagáis. Veréis que no tiene mucho sentido.
Un amor propio bajo la capa superficial
Más allá de ser guapos o feos. De estar gordos o en plena forma. De todo lo superficial. Ahí es a donde quiero llegar.
Para mí, la clave del amor propio es decirnos que importa lo que pensemos nosotros, nuestra actitud. No en plan afirmar en voz alta, dejarnos notas ni escribirlo en el espejo. Creerlo de verdad, de corazón.
El mundo nos recuerda a menudo lo que está bien y lo que está mal. Nos bombardean con mensajes por los medios de comunicación: ser válido es esto. Así que vamos por ahí mendigando esa aprobación de los demás. Y, como cada vez nos confrontan con menos fuerza, compramos la basura del gurú body positive de turno, como si fuese algo beneficioso. Y no lo es.
En el rincón más profundo de nuestra mente está la clave. Estar en el camino hacia crecer y quererte durante el proceso, ganes o pierdas, es importantísimo. Con esos ladrillos construyes lo que quieras en la vida.
Por eso, cuando salgo por la puerta de casa, no necesito que la gente me diga que voy muy guapo, aunque me guste que lo hagan. Lo que importa es que yo, mientras me afeitaba esa mañana, me decía: oye, cuídate mucho tío, que tú lo vales y lo mereces. Y te molas más así, afeitadito. ¿Por qué no hacerlo?
Ese es el body positive basado en el amor propio
Estadísticamente, es probable que seáis tan normales como yo. La pregunta es, ¿os vale así, o queréis algo mejor?
Os prometo que la sensación de cuidarse, de querer crecer como personas, de avanzar… eso os va a llevar mucho más lejos que aceptar lo malo como bueno. Probad a alimentaros bien, haced eso que habéis ido dejando, poneos la ropa que mejor os sienta y cuidaos todos los días de una semana. Solo una semana. Luego, me contáis si os hace más felices eso… o lo de body positive.
Así que… ¡nada de historias! Nos sentimos llenos cuando crecemos y maduramos como personas. Conformarse con nuestra peor versión conduce, inevitablemente, a una existencia más gris y miserable. La de la mentalidad victimista.
¿Y sabéis por qué? Porque aceptando la realidad, siendo víctimas, no vais a engañar a quien más importa: vosotros mismos. Sean cuales sean las circunstancias: os merecéis la oportunidad de que os pase eso tan bueno que está a la vuelta de la esquina. Pero, para llegar allí, hay que esforzarse y evolucionar, lo cual exige enorme amor propio. Porque la vida no es justa, el camino es duro y hay que andarlo.
Os prometo que, con la fortaleza que os brindará ese amor propio, os coméis el mundo. Un fuerte abrazo.
0 comentarios